CONARE: SINTESIS DE UN FRACASO ANUNCIADO.
Cómo en pocas horas lo que parecía ser un triunfo se les convierte en un rotundo descalabro. Esta huelga magisterial conducida por los dirigentes del Conare va a terminar en un completo fracaso, y conducir al despeñadero las expectativas de los huelguistas. Pudieron haber presentado como un éxito lo negociado por sus 30 dirigentes con el Ministerio de Educación, con la intermediación de los congresistas. Pero desconocieron esos acuerdos.
En el acta negociada que nadie firmó adelantaban el aumento de sueldos a 2,000 soles a noviembre, y acordaban con la participación de éstos dirigentes los otros puntos, que antes habían ya planteado el Ministerio con otros representantes de los maestros, como son mayores plazas para el nombramiento, inicio del pago de la deuda social, etc. Ahora el Sute-Conare podrá decir que no consiguió nada de su pliego de reclamos. Esto resulta un completo fracaso para quienes condujeron una huelga que puso en jaque al gobierno, y que cuestionó severamente la representatividad del SUTEP nacional orgánico.
Esto es algo que se había advertido, dada la intransigencia, radicalismo y maximilismo del Conare, que Pedro Castillo no dirige, pues solo se deja dirigir. Este Sute-Conare prosiguiendo con su craso error de conducción gremial y política piensa ahora que la solución podría venir desde el Congreso de la República con el apoyo de la bancada fujimorista, que en un acto de tremendo oportunismo le lanza una cuerda, que va terminar ahogando más al Conare. Los fujimoristas siempre dieron la espalda a los maestros, y actúan con el cálculo político de golpear al gobierno y de conseguir, a río revuelto, una variación de la política educativa que de paso le permita recuperar el negocio de la educación privada que siempre alentaron.
Mientras tanto, los maestros empiezan a sufrir descuentos e inicios de procesos administrativos por seguir en una huelga que se le fue de las manos al Conare. Asimismo, los padres de familia les empiezan a dar la espalda pues no pueden aceptar que los docentes en huelga (gracias a la intransigencia de sus dirigentes) se opongan a ser evaluados sobre su labor en el aula. Esta situación es más grave que la del año 2003, en que los antecesores del Conare condujeron una huelga regional que no obtuvo tampoco ningún triunfo.
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