Por: José Alfredo Torres Salas
No hay precio para la justicia, aunque algunos políticos,
tercamente quieran convertirla en un bien sometidas a las reglas del
mercado. Una ley puede ser legal, pero no justa. ¿Es justo que el
congreso haya aprobado la ley de reforma magisterial con 51 votos de los
130 congresistas porque así lo estipula su quórum reglamentario?,
¿Dónde está la democracia?, ¿Acaso la legalidad puede obviar los marcos
de la probidad que exige el pueblo que los ha elegido? Ni siquiera
respetan su propia constitución, como lo afirmó Gregorio Santos, hace
mucho tiempo. Se criticó al pueblo de Cajamarca por quemarla, pero peca
más, y con castigo de sacrilegio, quien debe defenderla y
la obvia pese a conocerla, solamente porque no está en función a los
intereses de la clase social que hoy está en el parlamento y en el
Ejecutivo que nos gobierna.
No
es justo que en una carrera maratónica hayan hecho una ley contra los
maestros para contentar a los organismos internacionales que les prestan
la plata para reformas sociales que no logran cambiar nada en el Perú
más que los bolsillos y la calidad de vida de quienes ahora están en el
poder. Justo hubiera sido escuchar a los maestros y tener en cuenta sus
propuestas legislativas, no hacerlos a un lado, velar por sus
necesidades en función a tener un magisterio dignificado que pueda
contribuir decididamente con el mejoramiento de la calidad educativa
para transformar el país. Con el perdón de la redundancia es injusto hoy
someter a los maestros a una ley injusta. Nosotros entendemos que la
Justicia es comprender que mis actos no perjudican la vida de otros.
Justicia es y será siempre como dicta la real academia de la lengua "La
constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho".
Los derechos son: "honeste vivere, alterun non laedere et suum quique
tribuere"... "vive honestamente, no hagas daño a nadie y da a cada uno
lo suyo". Eso no ha pasado en la última sesión del parlamento, donde se
vio una clase política tratando furiosamente de imponer su posición
antes que abrir los espacios del diálogo. Eso no es democracia y para
eso el pueblo no los ha elegido.
La
democracia del nacionalismo es la democracia que pregona el Banco
Mundial, con Castilla a la cabeza. Es la misma democracia del garrote y
del perro muerto, del olvido a las promesas electorales, de los pobres
que quieren cambios estructurales y no entienden hacia dónde va el
gobierno con un modelo económico que expresa a los cuatros vientos su
marcha incontenible a una economía del primer mundo, y hoy ya sabemos en
qué estado está el primer mundo: quebrado y con muchas deudas con su pueblo al borde del abismo y del desborde popular con una clase política desacreditada, con los Occupy
Wall Street y los Movimientos 15-M por todas partes. Toda un perversión
económica es mantener un modelo económico desfasado que crece hacia
arriba, mientras exprime a los debajo. Es la democracia del dinero y de
los presupuestos en función al ahorro para crear superávit fiscal y así
pagar una deuda externa que desde hace décadas se torna impagable,
mientras que a los trabajadores se les tiene en el olvido, con los
sueldos de hambre, sin importarles su destino. Hasta cuando se estará
esperando lo que se nos debe, y al pueblo, el estado le debe mucho, son
injustos los gobernantes cuando no quieren compartir las riquezas con la
clase trabajadora que la genera. ¿Quién gobierna el Perú: el presidente
o su Ministro de Economía? De seguro también el Ministro
Castilla dicta clases de democracia al Presidente, como lo hace de
economía a la primera dama.
Los maestros del Perú ganan poco, eso lo sabe todo el mundo, quizás sea una nueva verdad universal. Pero
a pesar de ello, ha sabido vivir dignamente en todos estos años. Tienen
familia, hijos a quien mantener, ideas que divulgar y compromisos
sociales que cumplir. Su constante preocupación por superarse
académicamente se traba por los altos costos de los diplomados,
maestrías y doctorados que el estado prometió y nunca cumplió. Si a ello
agregamos las difíciles condiciones de trabajo en las altas punas, en
los desiertos lejanos o en los parajes inhóspitos de los ríos de la
selva, con escuelas a punto de caer, a veces sin pizarras y tizas y
muchas veces también sin la propia escuela, viajando días por ríos o
carreteras, caminando en otras veces muchas horas por difíciles caminos
para llegar a su centro de trabajo es la demostración de
su vocación de servicio por unos cuantos soles que no merma su capacidad
de servir porque lo que le sobra es precisamente eso, solidaridad,
Miguel de Unamuno dijo al respecto: "Es detestable esa
avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la
transmisión de esos conocimientos." A los maestros no se les puede
acusar de eso. Nunca antes, su trabajo y su abnegada labor se chocaron
tan fuertes contra la indiferencia de la burocracia
estatal, y el con el olvido de una clase social que nunca le perdonó su
fuerte predisposición a la lucha… Sé, confió, estoy seguro que los maestros estarán
a la altura de los nuevos tiempos y sabrán salir triunfantes de esta
nueva lucha. “Hay un segundo para morir y millones de combates para
vencer” nos dijo Horacio Zeballos. ¡Unidos venceremos! ¡Hasta la
victoria final, siempre!.
Perú, viernes 23 de noviembre del 2012.
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