lunes, 26 de noviembre de 2012

NO HAY ESCUSA PARA LAS INJUSTICIAS DEL GOBIERNO Y SU POCA VOLUNTAD DEMOCRÁTICA HACIA LOS MAESTROS


Por: José Alfredo Torres Salas
 
No hay precio para la justicia, aunque algunos  políticos, tercamente quieran convertirla en un bien sometidas a las reglas del mercado. Una ley puede ser legal, pero no justa. ¿Es justo que el congreso haya aprobado la ley de reforma magisterial con 51 votos de los 130 congresistas porque así lo estipula su quórum reglamentario?, ¿Dónde está la democracia?, ¿Acaso la legalidad puede obviar los marcos de la probidad que exige el pueblo que los ha elegido? Ni siquiera respetan su propia constitución, como lo afirmó Gregorio Santos, hace mucho tiempo. Se criticó al pueblo de Cajamarca por quemarla, pero peca más, y con castigo de sacrilegio,  quien debe defenderla y la obvia pese a conocerla, solamente porque no está en función a los intereses de la clase social que hoy está en el parlamento y en el Ejecutivo que nos gobierna.
 
No es justo que en una carrera maratónica hayan hecho una ley contra los maestros para contentar a los organismos internacionales que les prestan la plata para reformas sociales que no logran cambiar nada en el Perú más que los bolsillos y la calidad de vida de quienes ahora están en el poder. Justo hubiera sido escuchar a los maestros y tener en cuenta sus propuestas legislativas, no hacerlos a un lado, velar por sus necesidades en función a tener un magisterio dignificado que pueda contribuir decididamente con el mejoramiento de la calidad educativa para transformar el país. Con el perdón de la redundancia es injusto hoy someter a los maestros a una ley injusta. Nosotros entendemos que la Justicia es comprender que mis actos no perjudican la vida de otros. Justicia es y será siempre como dicta la real academia de la lengua "La constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho". Los derechos son: "honeste vivere, alterun non laedere et suum quique tribuere"... "vive honestamente, no hagas daño a nadie y da a cada uno lo suyo". Eso no ha pasado en la última sesión del parlamento, donde se vio una clase política tratando furiosamente de imponer su posición antes que abrir los espacios del diálogo. Eso no es democracia y para eso el pueblo no los ha elegido.
 
La democracia del nacionalismo es la democracia que pregona el Banco Mundial, con Castilla a la cabeza. Es la misma democracia del garrote y del perro muerto, del olvido a las promesas electorales, de los pobres que quieren cambios estructurales y no entienden hacia dónde va el gobierno con un modelo económico que expresa a los cuatros vientos su marcha incontenible a una economía del primer mundo, y hoy ya sabemos en qué estado está el primer mundo: quebrado y con muchas deudas  con su pueblo al borde del abismo y del desborde popular con una clase política desacreditada, con los  Occupy Wall Street y los Movimientos 15-M por todas partes. Toda un perversión económica es mantener un modelo económico desfasado que crece hacia arriba, mientras exprime a los debajo. Es la democracia del dinero y de los presupuestos en función al ahorro para crear superávit fiscal y así pagar una deuda externa que desde hace décadas se torna impagable, mientras que a los trabajadores se les tiene en el olvido, con los sueldos de hambre, sin importarles su destino. Hasta cuando se estará esperando lo que se nos debe, y al pueblo, el estado le debe mucho, son injustos los gobernantes cuando no quieren compartir las riquezas con la clase trabajadora que la genera. ¿Quién gobierna el Perú: el presidente o su  Ministro de Economía? De seguro también el Ministro Castilla dicta clases de democracia al Presidente, como lo hace de economía a la primera dama.
 
Los maestros del Perú ganan poco, eso lo sabe todo el mundo, quizás sea una nueva verdad universal.  Pero a pesar de ello, ha sabido vivir dignamente en todos estos años. Tienen familia, hijos a quien mantener, ideas que divulgar y compromisos sociales que cumplir. Su constante preocupación por superarse académicamente se traba por los altos costos de los diplomados, maestrías y doctorados que el estado prometió y nunca cumplió. Si a ello agregamos las difíciles condiciones de trabajo en las altas punas, en los desiertos lejanos o en los parajes inhóspitos de los ríos de la selva, con escuelas a punto de caer, a veces sin pizarras y tizas y muchas veces también sin la propia escuela, viajando días por ríos o carreteras, caminando en otras veces muchas horas por difíciles caminos para llegar  a su centro de trabajo es la demostración de su vocación de servicio por unos cuantos soles que no merma su capacidad de servir porque lo que le sobra es precisamente eso, solidaridad, Miguel de Unamuno dijo al respecto:  "Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos." A los maestros no se les puede acusar de eso. Nunca antes, su trabajo y su abnegada labor se chocaron tan fuertes  contra la indiferencia de la burocracia estatal, y el con el olvido de una clase social que nunca le perdonó su fuerte predisposición a la lucha… Sé, confió, estoy seguro  que los maestros  estarán a la altura de los nuevos tiempos y sabrán salir triunfantes de esta nueva lucha. “Hay un segundo para morir y millones de combates para vencer” nos dijo Horacio Zeballos. ¡Unidos venceremos! ¡Hasta la victoria final, siempre!.
 
Perú, viernes 23 de noviembre del 2012.

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