José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red social para la Escuela
Pública en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del
SUTEP
La Marcha Popular realizada en
el Perú el día 12 de octubre, a casi tres meses de iniciado el gobierno del
Presidente Ollanta Humala, fue convocada por la Confederación General de
Trabajadores del Perú como una jornada de apoyo al gobierno actual, señalando
como fundamento de ese apoyo las medidas gubernamentales que, supuestamente,
vienen favoreciendo al pueblo, a los
trabajadores y al país. Después de la
convocatoria en los términos señalados, los dirigentes convocantes trataron de
concentrar la acción de lucha en las exigencias de medidas políticas y laborales
más claras por parte del gobierno, pues, los trabajadores, hasta el momento, no
ven ninguna política de reversión de las políticas laborales neoliberales que
han conculcado todos los derechos de los trabajadores peruanos. Esta percepción ponía en peligro la
convocatoria y era necesario dotarla de un enunciado que responda a las
expectativas actuales del movimiento popular y de los sectores políticos que han
apoyado la candidatura del Presidente Humala para hacer posible “la gran
transformación” que ofreciera durante su campaña electoral, pero que hasta el
momento no aparecen como expresiones de ese cambio prometido, factor ideológico
y político fundamental para la derrota de toda la derecha neoliberal en el
Perú.
El
giro de la convocatoria en los términos de exigencia de cambios verdaderos
determinó que la marcha nacional sea aceptablemente acatada, incluso por
numerosos maestros del SUTEP que, sin una paralización efectiva de clases, no
suelen concurrir a las marchas para no dejar solos a sus alumnos en las
escuelas.
¿Con el gobierno
o contra la derecha neoliberal?
En el momento actual en el
Perú, ¿la contradicción política principal es entre el gobierno y la derecha
neoliberal o entre esta derecha y el pueblo?
Mi punto de vista es la segunda, pues el gobierno, pese a la derrota de
la derecha neoliberal en las elecciones generales del primer semestre del
presente año, no ha logrado dar el paso fundamental para enfrentar las
estructuras económicas y sociales que ha dejado el neoliberalismo en los últimos
20 años en el Perú. Empezó, nada
más, a rasguñar las ingentes ganancias de las
grandes empresas mineras nacionales y extranjeras, incluso sin que estas
hicieran polvareda, pero no ha tocado, hasta la fecha, el armatoste de política
laboral del neoliberalismo. El manejo de
la macroeconomía está bajo el control del mismo staff neoliberal que dejara el
gobierno aprista. Los periodistas que se definen como “liberales” no cesan de
exigir al gobierno generar “más confianza en los inversionistas”, vale decir, no
tocar sus intereses. En el campo educativo, como veremos en otro artículo, toda
la estructura heredada permanece intocable, salvo intentos de mejoras en la
administración de aquellas políticas educativas, y manteniendo a los maestros en
la misma situación de fragmentación profesional y congelamiento
remunerativo.
Hoy queda más claro que la
distribución de alimentación y dinero para los más pobres (PRONAAA y JUNTOS,
respectivamente), no solamente produce el aprovechamiento mafioso de la
burocracia intermedia de esos programas, sino que las condiciones en las que se
ofrecen a los sectores más marginados del Perú son de las más deplorables, como
siempre lo han sido, poniendo en peligro la vida de los niños. Hay que decir que los casi 800 millones de
soles anuales que se gastan en el asistencialismo neoliberal, más una suma mayor
en la distribución en dinero efectivo,
tendría un fin digno si se invirtiera en la promoción de la pequeña y mediana
agricultura para generar una economía familiar y alimentaria realmente
moderna. Para esto, como lo demuestra la
“Revista Agraria”, se requiere replantear el sistema de adjudicación de tierras
aptas para la producción agraria. Nada
de esto aparece hasta el momento.
No es, pues, una convocatoria
adecuada cuando ella es motivada por el apoyo al gobierno actual. Este error ya ocurrió cuando gobernó Juan
Velasco Alvarado, en cuyo período (1968 – 1975), un gran sector de la clase
obrera fue orientado al apoyo incondicional de aquel gobierno, cuyo horizonte
burgués no podía, como no lo pudo, sentar las bases de un nuevo Estado y una
nueva sociedad en el Perú. El seguidismo
no es una buena opción para organizar a las masas oprimidas.
En este período político,
diferente al que vive Bolivia y Venezuela, la contradicción principal en el Perú
se da entre el pueblo y los trabajadores, como sectores oprimidos del país,
y la gran burguesía con su proyecto
neoliberal que no ha sido tocado. Exigir
al gobierno un programa de cambios verdaderos es la cuestión del momento, sin
dejar de luchar por el programa de cambios en la economía, la defensa de los
recursos naturales, una nueva educación, la salud gratuita y universal, la
seguridad social plena, la industrialización del país, una nueva reforma agraria
que recupere el papel del campesinado en la producción agraria, una política de
desarrollo de la Amazonía peruana en su conjunto, política energética nacional y
de autoabastecimiento, la recuperación del papel del Estado en la economía, la
educación, la salud y la cultura.
La derecha
neoliberal debe ser enfrentada y derrotada.
La derecha neoliberal no ha
sido derrotada en lo fundamental. Su
derrota política electoral no le ha impedido seguir manejando la economía del
país. Su objetivo es seguir manteniendo
su hegemonía económica sobre la base de negociaciones con el actual gobierno
para frenar cualquier reforma que vaya más allá de donde llegó Lula da Silva en
el Brasil, o Correa en el Ecuador. En el
interregno, el gobierno de Humala, de proseguir el ritmo de la indefinición
programática, podría debilitarse y aislarse de las masas que le apoyaron como
candidato, lo que facilitaría a la derecha neoliberal recuperar el pleno poder
en el 2016.
Cometeríamos un nuevo error si
seguimos confiando solamente en un gobierno reformista, como el de Humala, para
avanzar en la lucha por un nuevo sistema social en el Perú, sin tener en cuenta
que es el pueblo organizado, en especial los trabajadores, la fuerza fundamental
para transformar las estructuras económicas y sociales del Perú actual, mucho
más cuando estas estructuras han sido consolidadas por los últimos dos gobiernos
neoliberales del siglo XXI (2001 -2006 / 2006 =2011).
El discurso del
Sr. Abugattás.
El Sr. Abugattás, uno de los
principales dirigentes del partido gobernante y Presidente del Congreso, ofreció
a las masas reunidas en el mitin de cierre de la marcha un discurso de
agradecimiento y de ambiguos enunciados sobre lo mucho que los manifestantes
esperan del gobierno, pero sin definir esos “muchos”, salvo la “lucha frontal
contra la corrupción” que hasta los propios corruptos del fujimorismo se atreven
a pronunciar. Lo único que pudo
escucharse con claridad es la reiteración de la promesa del aumento del salario
mínimo vital, apenas una parte insignificante de las necesidades de
reivindicaciones laborales para los trabajadores peruanos.
En el Perú podríamos marchar
hacia la construcción de un gobierno que inicie el desarme del programa
neoliberal y la aplicación de un programa diferente y opuesto, o también a un
proceso de debilitamiento del gobierno y la preparación de condiciones para que
la derecha neoliberal vuelva a hacerse del gobierno.
La organización política del
pueblo y de los trabajadores sobre la base de un programa de transformaciones en
todos los campos de la vida nacional, será el fundamental factor del nuevo rumbo
que el Perú requiere seguir.
Iquitos, octubre 13
del 2011.
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