sábado, 11 de febrero de 2012

MEMORIA PARA AFIRMAR NUESTRA IDENTIDAD

VÍCTOR ROBLES SOSA

El debate en torno a cuál episodio de la historia de la agresión terrorista que sufrió nuestro país debe ser declarado día nacional responde a la necesidad de que nuestra Nación mantenga viva la memoria para evitar que aquel hecho infausto se repita, pero hay otros factores que deberían ser evaluados antes de decidirlo.
El primero es la necesidad de reivindicar los valores por los que entregaron sus vidas quienes murieron en aquella lucha. Tenemos la obligación moral de honrar a nuestros héroes o mártires -según sea el caso- de la paz y la democracia.
Por ello la fecha que elijamos debe servir principalmente para enaltecer el heroísmo, el sacrificio y la vocación libertaria de los peruanos, en términos de afirmación y exaltación.
La negación del terrorismo es insuficiente sino va de la mano con la defensa de los valores democráticos y del amor a la patria. Esto es fundamental.
Instituir un “día contra el terrorismo” sería asumir una negación cuando lo que necesitamos es afirmar nuestra identidad como Nación y qué mejor manera de hacerlo que exaltando la proeza de haber derrotado a la banda terrorista más sanguinaria del planeta. No olvidemos que la identidad peruana aún está en proceso de construcción.
En ese marco de ideas, creo que cualquiera que sea la fecha conmemorativa que se elija debe ser declarada “Día de la victoria nacional sobre el terrorismo y de la democracia”, es decir sobre el odio, la muerte y el totalitarismo encarnados en Sendero Luminoso y el MRTA.
Las futuras generaciones deben saber que la bestia fue vencida por la Nación unida. Los policías y militares estuvieron en la primera línea de combate, pero detrás de ellos estuvimos casi todos los peruanos. Solo unos cuantos se proclamaron “neutrales” y eligieron ponerse “al medio”, entre “el Estado y los compañeros”.
Los auténticos líderes populares, barriales, campesinos, sindicales, sociales y políticos se movilizaron en el campo y las ciudades para combatir y repudiar al terror, porque también fueron víctimas de la agresión.
Perviven en nuestra memoria más de 1.200 mártires apristas, populistas, pepecistas, fujimoristas, etc., como Orestes Rodríguez, Rodrigo Franco, Ricardo Ramos Plata, Pablo Li Ormeño, Marcial Capelletti Cisneros, Armida Gutiérrez Trelles, Tito Jaime Fernández, María Melgar Aronés, Alejandro Victoria, Enrique Luy, etc.
También los nombres de María Elena Moyano, líder de la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador, Pascuala Rosado, presidenta del asentamiento humano Huaycán, Alejandro Calderón, líder del pueblo ashaninka, Pedro Huillca, líder del Sindicato Construcción Civil, y los demás líderes populares asesinados por defender a sus organizaciones.
Igualmente, los ronderos, militares y policías asesinados o caídos en acción, como Enrique López Albújar, Gerónimo Cafferata, Carlos Ponce Canessa, Juan Carlos Vega Llona, Juan Valer Sandoval, Raúl Jiménez Chávez, Manuel Tumba Ortega y muchos más.
Todos ellos contribuyeron con sus vidas a lograr una proeza reconocida por el mundo entero: la derrota del terrorismo. Hagamos justicia histórica y honremos su memoria reivindicando ese episodio como una gran victoria de nuestra Nación.

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