1. El senderismo fracasó e históricamente tiene una responsabilidad en el fortalecimiento de la ideología neoliberal, pues gracias a su proyecto dogmático y mesiánico se ha fortalecido la derecha y la ideología burguesa. En esta coyuntura su vigencia y sus acciones son VALIOSAS,VITALES ,para no permitir el avance del proyecto alternativo al capitalismo, el gran cambio.
2. En el seno del magisterio, el senderismo colaborador y carbonero del plan antisistema del imperialismo ,se esconde bajo una armadura según ellos secreta. Basta darnos cuenta quienes son sus voceros que también se disfrazan de "independientes" ¿Quién es la Sra. Payé? flamante Presidenta del Conare en Arequipa (fachada del senderismo)¿Quienes representan al Frente Magisterial Clasista? que tienen como furgones de cola al seudo Colegio de Profesores.
3.Pronto se reunirán en Arequipa a través de una convocatoria semiclandestina ,para denunciar a sus propios congéneres, es decir quién es el más revisionista o quien el más revolucionario ( "Diálogo infinito"); se reunen también para evaluar, planificar o afianzar su plan de captura del SUTEP.
La militancia oscurantista de Puno, Tacna, Moquegua y los seudoclasistas de Arequipa, estarán también "Debatiendo" quizás la HNI anunciada para todos los meses desde marzo 2009 ; en lo político calcular su infiltración en algún frente o partido político para las próximas elecciones 2011 como parte de su estrategia : Campaña de la Paz para liberar a Gonzalo y otros.
domingo, 20 de septiembre de 2009
sábado, 19 de septiembre de 2009
EL LIBRO DE GUZMAN (CESAR HILDEBRANDT)
Hay una conexión profunda entre el mal gusto y el crimen. Se diría que las finezas del espíritu son incompatibles con la vocación por la sangre derramada.
Por ejemplo, cuando Elena Yparraguirre Revoredo escribe el prólogo del libro “De puño y letra”, de su marido y funeral secuaz Abimael Guzmán, demuestra de qué modo están imbricadas su pasión por el hombre, su admiración por la muerte y su regusto por la sintaxis estalinista.
La señora Yparraguirre escribe lo siguiente en relación a su amantísimo consorte:
“En la dirección de la Guerra Popular devino: iniciándola, dirigiéndola y desarrollándola hasta alcanzar el equilibrio estratégico Jefe del Partido y la revolución. Llevó el Partido al mayor prestigio de su historia...” (Penal de Chorrillos, julio del 2009).
No es infame decir que quien puede escribir eso podría dar la orden de reventar con un camión de anfo un edificio de la calle Tarata.
Pero la señora Yparraguirre no se queda satisfecha masacrando también el idioma. Se vuelve una abogada formalista cuando lamenta que los jueces incluyeran en su caso y el de su pareja “el prescrito caso de Lucanamarca”.
¿Prescrito? ¿No es que los crímenes de lesa humanidad no prescriben?
Lo paradójico es que en ese mismo libro se transcribe una sesión del Comité Central senderista de 1985. Y en ella se puede leer lo siguiente:
“El Partido respondió golpeando contundentemente a la mesnada en Lucanamarca; esto sofrenó a las mesnadas...” (Página 22 del documento).
De modo que si cabía una duda, aquí puede despejarse: las más de sesenta víctimas de Lucanamarca, asesinadas con arma blanca por Sendero, fueron “el daño colateral” de una decisión “política”: aterrorizar salvajemente a la población rural que no “se decidiera” por “la guerra popular”. Es decir, puro maoísmo mutante. Pol Pot en los Andes.
La señora Yparraguirre pretende aparecer como una historiadora neutral cuando señala:
“...un hecho político como dirigir una revolución no puede convertirse en un hecho delictivo y necesita resolverse políticamente con una solución política: amnistía general y reconciliación nacional...”
¿Fue político el crimen de María Elena Moyano? ¿Fue político dinamitar su cadáver? ¿O fue un gesto espantosamente territorial?
¿Así que fueron políticas las 215 masacres que, según la Comisión de la Verdad, perpetró Sendero Luminoso?
Sí, fueron políticas. Pero políticas ejecutadas en el marco de una concepción criminal, intrínsecamente homicida, de la lucha de clases, del derecho popular y de la concepción misma del Estado y la justicia.
Sendero no fue una guerrilla popular. No fue la respuesta a una dictadura que hubiese cerrado las vías legales para el debate y la contienda.
Guzmán no fue Túpac Amaru ni Bolívar ni mucho menos Cáceres. Fue una obsesión cuchillera que sólo pudo prosperar en medio del atraso y la desigualdad extrema del Perú. Sendero, al revés que el Movimiento 26 de Julio, mataba al pueblo que quería salvar. Y hablaba de dictadura burguesa cuando lo que quería imponer era el cementerio de Phnom Penh.
He ojeado el libro de Guzmán –lleno de documentos procesales y pesadeces “doctrinarias”- y no he encontrado una palabra de arrepentimiento.
Al contrario, exuda orgullo y amnesia narcisista. Una soberbia patológica late en muchas de sus páginas. No es un libro histórico sino un testimonio psiquiátrico. No se merece la alharaca con la que algunos bobos lo han convertido en best seller.
Por ejemplo, cuando Elena Yparraguirre Revoredo escribe el prólogo del libro “De puño y letra”, de su marido y funeral secuaz Abimael Guzmán, demuestra de qué modo están imbricadas su pasión por el hombre, su admiración por la muerte y su regusto por la sintaxis estalinista.
La señora Yparraguirre escribe lo siguiente en relación a su amantísimo consorte:
“En la dirección de la Guerra Popular devino: iniciándola, dirigiéndola y desarrollándola hasta alcanzar el equilibrio estratégico Jefe del Partido y la revolución. Llevó el Partido al mayor prestigio de su historia...” (Penal de Chorrillos, julio del 2009).
No es infame decir que quien puede escribir eso podría dar la orden de reventar con un camión de anfo un edificio de la calle Tarata.
Pero la señora Yparraguirre no se queda satisfecha masacrando también el idioma. Se vuelve una abogada formalista cuando lamenta que los jueces incluyeran en su caso y el de su pareja “el prescrito caso de Lucanamarca”.
¿Prescrito? ¿No es que los crímenes de lesa humanidad no prescriben?
Lo paradójico es que en ese mismo libro se transcribe una sesión del Comité Central senderista de 1985. Y en ella se puede leer lo siguiente:
“El Partido respondió golpeando contundentemente a la mesnada en Lucanamarca; esto sofrenó a las mesnadas...” (Página 22 del documento).
De modo que si cabía una duda, aquí puede despejarse: las más de sesenta víctimas de Lucanamarca, asesinadas con arma blanca por Sendero, fueron “el daño colateral” de una decisión “política”: aterrorizar salvajemente a la población rural que no “se decidiera” por “la guerra popular”. Es decir, puro maoísmo mutante. Pol Pot en los Andes.
La señora Yparraguirre pretende aparecer como una historiadora neutral cuando señala:
“...un hecho político como dirigir una revolución no puede convertirse en un hecho delictivo y necesita resolverse políticamente con una solución política: amnistía general y reconciliación nacional...”
¿Fue político el crimen de María Elena Moyano? ¿Fue político dinamitar su cadáver? ¿O fue un gesto espantosamente territorial?
¿Así que fueron políticas las 215 masacres que, según la Comisión de la Verdad, perpetró Sendero Luminoso?
Sí, fueron políticas. Pero políticas ejecutadas en el marco de una concepción criminal, intrínsecamente homicida, de la lucha de clases, del derecho popular y de la concepción misma del Estado y la justicia.
Sendero no fue una guerrilla popular. No fue la respuesta a una dictadura que hubiese cerrado las vías legales para el debate y la contienda.
Guzmán no fue Túpac Amaru ni Bolívar ni mucho menos Cáceres. Fue una obsesión cuchillera que sólo pudo prosperar en medio del atraso y la desigualdad extrema del Perú. Sendero, al revés que el Movimiento 26 de Julio, mataba al pueblo que quería salvar. Y hablaba de dictadura burguesa cuando lo que quería imponer era el cementerio de Phnom Penh.
He ojeado el libro de Guzmán –lleno de documentos procesales y pesadeces “doctrinarias”- y no he encontrado una palabra de arrepentimiento.
Al contrario, exuda orgullo y amnesia narcisista. Una soberbia patológica late en muchas de sus páginas. No es un libro histórico sino un testimonio psiquiátrico. No se merece la alharaca con la que algunos bobos lo han convertido en best seller.
LOS DILEMAS DEL LIBRO DE ABIMAEL
El viernes, hubo un aquelarre senderista en el Hotel Rivera. Se presentó un libro que recopila manuscritos de Abimael Guzmán, el lider de Sendero Luminoso, incluyendo cartas personales y papeles de estrategia judicial. El título de la publicación, recopilada por Elena Iparraguirre, se llama “De Puño y Letra”. Y se armó la batahola: Aurelio Pastor pedirá la incautación del libro, el editor del libro resultó ser un ex preso por terrorismo, el procurador Julio Galindo pedirá investigar a todos a los que fueron a la presentación - ¿también los simples curiosos y los periodistas? - y los fujimoristas también intentaron jalar agua para su molino. El despelote total.
Sin duda, la publicación de un libro como este genera varios sentimientos contrarios. Su autor es el principal dirigente de una agrupación subversiva y terrorista, a la que la CVR calificó como la principal responsable de lo ocurrido en el conflicto armado interno vivido en el país. Veamos algunas conclusiones de la CVR:
12. La CVR considera que la causa inmediata y fundamental del desencadenamiento del conflicto armado interno fue la decisión del PCP-SL de iniciar la lucha armada contra el Estado Peruano, a contracorriente de la abrumadora mayoría de peruanos y peruanas, y en momentos en que se restauraba la democracia a través de elecciones libres.
13. Para la CVR, el PCP-SL fue el principal perpetrador de crímenes y violaciones de los derechos humanos tomando como medida de ello la cantidad de personas muertas y desaparecidas. Fue responsable del 54 por ciento de las víctimas fatales reportadas a la CVR. Esta cuota tan alta de responsabilidad del PCP-SL es un caso excepcional entre los grupos subversivos de América Latina y una de las singularidades más notorias del proceso que le ha tocado analizar a la CVR.
14. La CVR ha comprobado que el PCP-SL desplegó extremada violencia e inusitada crueldad que comprendieron la tortura y la sevicia como formas de castigar o sentar ejemplos intimidatorios en la población que buscaba controlar.
15. La CVR ha encontrado que el PCP-SL fue en contra de las grandes tendencias históricas del país. Poniendo en práctica una férrea voluntad política, se expresó como un proyecto militarista y totalitario de características terroristas que no conquistó el apoyo duradero de sectores importantes de peruanos.
16. La CVR considera que el PCP-SL sustentó su proyecto en una ideología de carácter fundamentalista, centrada en una rígida preconcepción del devenir histórico, encerrada en una visión únicamente estratégica de la acción política y, por tanto, reñida con todo valor humanitario. El PCP-SL desdeñaba el valor de la vida y negaba los derechos humanos. (…)
20. La CVR ha constatado características terroristas del PCP-SL que se desplegaron desde un comienzo a través de ajusticiamientos realizados con sevicia, prohibición de entierros y otras manifestaciones delictivas, incluido el uso de coches-bomba en las ciudades.
21. La CVR encuentra asimismo un potencial genocida en proclamas del PCP-SL que llaman a 28. La CVR señala que, por la generalidad y sistematicidad de estas prácticas, miembros del PCP-SL, y en especial su dirección nacional y su denominada jefatura, tienen directa responsabilidad en la comisión de crímenes de lesa humanidad en el marco de ataques armados contra la población civil, cometidos a gran escala o bien como parte de una estrategia general o planes específicos. Del mismo modo, estas conductas constituyen, a juicio de la CVR, graves infracciones a los Convenios de Ginebra, cuyo respeto era obligatorio para todos los participantes en las hostilidades. La perfidia con la que actuó el PCP-SL en el terreno, escudándose en la población civil, evitando el uso de distintivos y atacando a traición, entre otros métodos similares como el recurso a acciones terroristas, constituyó un calculado mecanismo que buscaba provocar reacciones brutales de las fuerzas del orden contra la población civil, con lo que se incrementaron en una forma extraordinaria los sufrimientos de las comunidades en cuyos territorios se llevaban a cabo las hostilidades.
Eso fue Sendero Luminoso. Así lo describió la CVR y por eso es que, en varios pasajes del opúsculo - algunos de los extractos fueron leidos por Rosa María Palacios anoche - Guzmán denosta de ella, del mismo modo como lo ha hecho el abogado Alfredo Crespo, convertido nuevamente en el brazo jurídico del senderismo. Tal vez sea, además de las conclusiones antes mencionadas, porque la CVR rechaza de modo concluyente la amnistía para los miembros de esta nefasta organización:
Respecto de la amnistía, sólo cabe señalar que los miembros del PCP-SL han sido condenados por la justicia por sus crímenes. Cualquier pretensión de aplicar una política de amnesia, olvido o amnistía por parte del Estado en su beneficio vulnera el principio de la justicia. El planteamiento del “borrón y cuenta nueva” respecto de los crímenes cometidos no es posible para nadie. El principio de la reconciliación se funda en la justicia y no en la impunidad. De ese modo, no sólo los militantes del PCP-SL deben pagar por sus crímenes, sino todo aquel que los ha cometido. Nadie está por encima de la justicia y nadie tiene licencia para torturar o asesinar a aquél que está en situación de indefensión. La reconciliación exige, en este caso concreto, que el senderismo pague por sus crímenes.
En cuanto a “la solución política y la democratización de la sociedad,” conviene señalar que ambos temas se vinculan estrechamente. El PCP-SL pide una solución política y no militar para enfrentar su derrota en el proceso de la reconciliación nacional. Sin embargo, el PCP-SL no plantea que, para la solución que propone, se requiera la renuncia absoluta a la violencia y la lucha armada como instrumentos de la acción “política” (en el sentido de la mera conquista y control del poder). La verdadera solución política al conflicto no es la que propone una “amnistía política” de los presos que participaron en el conflicto. Mientras que el PCP-SL no haga un reconocimiento público de su renuncia a la violencia como método de su accionar político, está manifestando que su propuesta de reconciliación no está fundada en el interés de la sociedad y de la nación, sino que sigue anclada en sus intereses de grupo camuflando provisionalmente su verdadera estrategia criminal. El PCP-SL ha convertido a la violencia y el terror en parte indesligable de su existencia, y por ello la renuncia que se exigiría a dichos métodos significaría en el fondo solicitarle al PCP-SL que se niegue a sí mismo. Hay que distinguir, sin embargo, entre la organización misma y sus militantes, los cuales, una vez que hayan pagado su deuda con la justicia –si ése fuere el caso – podrán, como cualquier ciudadano, hallarse expeditos para ejercer sus derechos dentro de una sociedad que encuentra que la política es incompatible con la violencia. En relación al “proceso de democratización de la sociedad,” él sólo se dará en la medida en que todas las fuerzas políticas y democráticas del país asuman la tarea de fortalecer la democracia sin recurrir a la violencia. Será en función de la democratización, y por ella, que podrá darse el auténtico proceso de reconciliación y solucionarse el conflicto armado con los remanentes del senderismo que todavía existen en el Perú. El PCP-SL se ha puesto fuera de la ley y de la construcción democrática del país.
Dicho esto, pasemos al libro en cuestión. Hasta ahora no he podido leerlo, pero de lo mencionado por Augusto Álvarez Rodrich en su columna y lo reseñado por Rosa María Palacios, se puede concluir que se trata de un texto bastante aburrido - como la mayor parte de escritos de Guzmán - , compuesto de 3 partes: la infancia de Guzmán, sus escritos de defensa legal y unas cartas de amor a Elena Iparraguirre. Como es de suponer, el líder de Sendero Luminoso no hace deslinde alguno con las acciones demenciales de su organización. Digamos, para un libro como éste, cuyo valor literario es nulo más allá de quien es su autor, el señor Aurelio Pastor, Ministro de Justicia, ha sido un eficiente agente de marketing.
De este modo, surgen varias preguntas legales a dilucidar:
1. ¿Puede un preso publicar un libro? Sí. El hecho de estar en la cárcel no le restringe la libertad de expresión. De hecho, un inocente en prisión como Yehude Simon escribió un libro en Castro Castro. Pero también lo han hecho culpables de delitos. Vladimiro Montesinos lo hizo en la campaña electoral del 2006 - tambien lo ha hecho en otras ocasiones - mientras que otro sentenciado por terrorismo, Víctor Polay Campos, también sacó a la luz su versión sobre el conflicto interno, prologada y comentada por Armando Villanueva del Campo y Javier Valle Riestra, con sendos párrafos a favor de la amnistía. De seguir la lógica del gobierno, ambos deberían estar ya investigados por apología del terrorismo. ¿O no compañeros?
2. ¿Puede el Estado requisar un libro? No. Derecho Constitucional 101. En el Perú no existe la censura previa a un libro, ni se pueden tener obstáculos para la circulación de las ideas. Por tanto, el libro puede circular libremente y, en lugar de pedir su retiro, el gobierno y los demás partidos deberían hacer lo que siempre se les reclamó: combatir ideas con ideas. Quizás deban comenzar por recordarle a los senderistas lo que una entidad creada por el Estado - la Comisión de la Verdad y Reconciliación - dice sobre sus acciones. Ya ve como se pican los defensores de SL.
3. ¿Existe en este caso la apología al terrorismo? De esto se tiene que encargar el juez de la materia, dilucidando si es que aplica el siguiente artículo del Código Penal:
Artículo 316.-ApologíaEl que, públicamente, hace la apología de un delito o de la persona que haya sido condenada como su autor o partícipe, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años.
Si la apología se hace de delito contra la seguridad y tranquilidad públicas, contra el Estado y la defensa nacional, o contra los Poderes del Estado y el orden constitucional, la pena será no menor de cuatro ni mayor de seis años.
Si la apología se hace del delito de terrorismo o de la persona que haya sido condenada como su autor o partícipe, la pena será no menor de seis ni mayor de doce años. Además se le impondrá el máximo de la pena de multa previsto en el artículo 42 e inhabilitación conforme a los incisos 2, 4, y 8 del artículo 36 del Código Penal.
Dado que no he leido el libro, no podría concluir si ese delito existió o no, pero algunos pasajes leidos ayer en Prensa Libre me indican la necesidad de un proceso judicial para aclarar esta controversia legal, pues dichos extractos no están lejos de la apología, si es que ya no lo son. Lo mismo ocurre para quienes dieron los discursos en la pascana senderista del viernes.
Finalmente, ¿ya nos puede explicar el gobierno que estategia seguirá en el VRAE? Porque es allí, en realidad, donde está el verdadero problema.
MAS SOBRE EL TEMA:
El Comercio: Respuestas a preguntas legales sobre el libro y Apología cuestionada
César Hildebrandt: El libro de Guzmán
Ronald Gamarra: Gobierno es responsable de la infiltración del libro de Abimael Guzmán
Salomón Lerner Febres: Pretensión de SL de convertirse en partido político es inadmisible
Laura Arroyo Gárate: Senderos de humo
Sin duda, la publicación de un libro como este genera varios sentimientos contrarios. Su autor es el principal dirigente de una agrupación subversiva y terrorista, a la que la CVR calificó como la principal responsable de lo ocurrido en el conflicto armado interno vivido en el país. Veamos algunas conclusiones de la CVR:
12. La CVR considera que la causa inmediata y fundamental del desencadenamiento del conflicto armado interno fue la decisión del PCP-SL de iniciar la lucha armada contra el Estado Peruano, a contracorriente de la abrumadora mayoría de peruanos y peruanas, y en momentos en que se restauraba la democracia a través de elecciones libres.
13. Para la CVR, el PCP-SL fue el principal perpetrador de crímenes y violaciones de los derechos humanos tomando como medida de ello la cantidad de personas muertas y desaparecidas. Fue responsable del 54 por ciento de las víctimas fatales reportadas a la CVR. Esta cuota tan alta de responsabilidad del PCP-SL es un caso excepcional entre los grupos subversivos de América Latina y una de las singularidades más notorias del proceso que le ha tocado analizar a la CVR.
14. La CVR ha comprobado que el PCP-SL desplegó extremada violencia e inusitada crueldad que comprendieron la tortura y la sevicia como formas de castigar o sentar ejemplos intimidatorios en la población que buscaba controlar.
15. La CVR ha encontrado que el PCP-SL fue en contra de las grandes tendencias históricas del país. Poniendo en práctica una férrea voluntad política, se expresó como un proyecto militarista y totalitario de características terroristas que no conquistó el apoyo duradero de sectores importantes de peruanos.
16. La CVR considera que el PCP-SL sustentó su proyecto en una ideología de carácter fundamentalista, centrada en una rígida preconcepción del devenir histórico, encerrada en una visión únicamente estratégica de la acción política y, por tanto, reñida con todo valor humanitario. El PCP-SL desdeñaba el valor de la vida y negaba los derechos humanos. (…)
20. La CVR ha constatado características terroristas del PCP-SL que se desplegaron desde un comienzo a través de ajusticiamientos realizados con sevicia, prohibición de entierros y otras manifestaciones delictivas, incluido el uso de coches-bomba en las ciudades.
21. La CVR encuentra asimismo un potencial genocida en proclamas del PCP-SL que llaman a
Eso fue Sendero Luminoso. Así lo describió la CVR y por eso es que, en varios pasajes del opúsculo - algunos de los extractos fueron leidos por Rosa María Palacios anoche - Guzmán denosta de ella, del mismo modo como lo ha hecho el abogado Alfredo Crespo, convertido nuevamente en el brazo jurídico del senderismo. Tal vez sea, además de las conclusiones antes mencionadas, porque la CVR rechaza de modo concluyente la amnistía para los miembros de esta nefasta organización:
Respecto de la amnistía, sólo cabe señalar que los miembros del PCP-SL han sido condenados por la justicia por sus crímenes. Cualquier pretensión de aplicar una política de amnesia, olvido o amnistía por parte del Estado en su beneficio vulnera el principio de la justicia. El planteamiento del “borrón y cuenta nueva” respecto de los crímenes cometidos no es posible para nadie. El principio de la reconciliación se funda en la justicia y no en la impunidad. De ese modo, no sólo los militantes del PCP-SL deben pagar por sus crímenes, sino todo aquel que los ha cometido. Nadie está por encima de la justicia y nadie tiene licencia para torturar o asesinar a aquél que está en situación de indefensión. La reconciliación exige, en este caso concreto, que el senderismo pague por sus crímenes.
En cuanto a “la solución política y la democratización de la sociedad,” conviene señalar que ambos temas se vinculan estrechamente. El PCP-SL pide una solución política y no militar para enfrentar su derrota en el proceso de la reconciliación nacional. Sin embargo, el PCP-SL no plantea que, para la solución que propone, se requiera la renuncia absoluta a la violencia y la lucha armada como instrumentos de la acción “política” (en el sentido de la mera conquista y control del poder). La verdadera solución política al conflicto no es la que propone una “amnistía política” de los presos que participaron en el conflicto. Mientras que el PCP-SL no haga un reconocimiento público de su renuncia a la violencia como método de su accionar político, está manifestando que su propuesta de reconciliación no está fundada en el interés de la sociedad y de la nación, sino que sigue anclada en sus intereses de grupo camuflando provisionalmente su verdadera estrategia criminal. El PCP-SL ha convertido a la violencia y el terror en parte indesligable de su existencia, y por ello la renuncia que se exigiría a dichos métodos significaría en el fondo solicitarle al PCP-SL que se niegue a sí mismo. Hay que distinguir, sin embargo, entre la organización misma y sus militantes, los cuales, una vez que hayan pagado su deuda con la justicia –si ése fuere el caso – podrán, como cualquier ciudadano, hallarse expeditos para ejercer sus derechos dentro de una sociedad que encuentra que la política es incompatible con la violencia. En relación al “proceso de democratización de la sociedad,” él sólo se dará en la medida en que todas las fuerzas políticas y democráticas del país asuman la tarea de fortalecer la democracia sin recurrir a la violencia. Será en función de la democratización, y por ella, que podrá darse el auténtico proceso de reconciliación y solucionarse el conflicto armado con los remanentes del senderismo que todavía existen en el Perú. El PCP-SL se ha puesto fuera de la ley y de la construcción democrática del país.
Dicho esto, pasemos al libro en cuestión. Hasta ahora no he podido leerlo, pero de lo mencionado por Augusto Álvarez Rodrich en su columna y lo reseñado por Rosa María Palacios, se puede concluir que se trata de un texto bastante aburrido - como la mayor parte de escritos de Guzmán - , compuesto de 3 partes: la infancia de Guzmán, sus escritos de defensa legal y unas cartas de amor a Elena Iparraguirre. Como es de suponer, el líder de Sendero Luminoso no hace deslinde alguno con las acciones demenciales de su organización. Digamos, para un libro como éste, cuyo valor literario es nulo más allá de quien es su autor, el señor Aurelio Pastor, Ministro de Justicia, ha sido un eficiente agente de marketing.
De este modo, surgen varias preguntas legales a dilucidar:
1. ¿Puede un preso publicar un libro? Sí. El hecho de estar en la cárcel no le restringe la libertad de expresión. De hecho, un inocente en prisión como Yehude Simon escribió un libro en Castro Castro. Pero también lo han hecho culpables de delitos. Vladimiro Montesinos lo hizo en la campaña electoral del 2006 - tambien lo ha hecho en otras ocasiones - mientras que otro sentenciado por terrorismo, Víctor Polay Campos, también sacó a la luz su versión sobre el conflicto interno, prologada y comentada por Armando Villanueva del Campo y Javier Valle Riestra, con sendos párrafos a favor de la amnistía. De seguir la lógica del gobierno, ambos deberían estar ya investigados por apología del terrorismo. ¿O no compañeros?
2. ¿Puede el Estado requisar un libro? No. Derecho Constitucional 101. En el Perú no existe la censura previa a un libro, ni se pueden tener obstáculos para la circulación de las ideas. Por tanto, el libro puede circular libremente y, en lugar de pedir su retiro, el gobierno y los demás partidos deberían hacer lo que siempre se les reclamó: combatir ideas con ideas. Quizás deban comenzar por recordarle a los senderistas lo que una entidad creada por el Estado - la Comisión de la Verdad y Reconciliación - dice sobre sus acciones. Ya ve como se pican los defensores de SL.
3. ¿Existe en este caso la apología al terrorismo? De esto se tiene que encargar el juez de la materia, dilucidando si es que aplica el siguiente artículo del Código Penal:
Artículo 316.-ApologíaEl que, públicamente, hace la apología de un delito o de la persona que haya sido condenada como su autor o partícipe, será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni mayor de cuatro años.
Si la apología se hace de delito contra la seguridad y tranquilidad públicas, contra el Estado y la defensa nacional, o contra los Poderes del Estado y el orden constitucional, la pena será no menor de cuatro ni mayor de seis años.
Si la apología se hace del delito de terrorismo o de la persona que haya sido condenada como su autor o partícipe, la pena será no menor de seis ni mayor de doce años. Además se le impondrá el máximo de la pena de multa previsto en el artículo 42 e inhabilitación conforme a los incisos 2, 4, y 8 del artículo 36 del Código Penal.
Dado que no he leido el libro, no podría concluir si ese delito existió o no, pero algunos pasajes leidos ayer en Prensa Libre me indican la necesidad de un proceso judicial para aclarar esta controversia legal, pues dichos extractos no están lejos de la apología, si es que ya no lo son. Lo mismo ocurre para quienes dieron los discursos en la pascana senderista del viernes.
Finalmente, ¿ya nos puede explicar el gobierno que estategia seguirá en el VRAE? Porque es allí, en realidad, donde está el verdadero problema.
MAS SOBRE EL TEMA:
El Comercio: Respuestas a preguntas legales sobre el libro y Apología cuestionada
César Hildebrandt: El libro de Guzmán
Ronald Gamarra: Gobierno es responsable de la infiltración del libro de Abimael Guzmán
Salomón Lerner Febres: Pretensión de SL de convertirse en partido político es inadmisible
Laura Arroyo Gárate: Senderos de humo
EL LIBRO DE ABIMAEL GUZMAN: ¿MIEDO O MEDIOCRIDAD POLITICA?
José Ramos Bosmediano,
educador, miembro de la Red SEPA, ex Secretario General del SUTEP.
Desde que el 11 de este mes los senderistas presentaron el libro de Abimael Guzmán Reynoso, “De puño y letra”, el gobierno aprista y ciertos magistrados del poder judicial se han lanzado a generar un proceso acusatorio por el “delito de apología del terrorismo” que, supuestamente, habían cometido tanto el autor como los presentadores, extendiéndose la acusación hacia los que asistieron al acto, de lo que no podrían salvarse, además, ni los vendedores y lectores del citado libro. Como quien dice: “prohibido conocer, estudiar e investigar las ideas políticas en el Perú”. ¿O también se quiere negar que los planteamientos de Abimael Guzmán no son ideas políticas? ¿Y quién se atrevería a prohibir la lectura del libro “Mi Lucha” del genocida Adolfo Hitler? .
Muchos comentaristas ya han señalado la incongruencia de los Torquemada del momento al no haber acusado por lo mismo a Víctor Polay Campos, a la presentación de cuyo libro (“En el banquillo, ¿terrorista o rebelde?”) estuvo presente el suscrito porque estaba en Lima y fue invitado; ni hubo tal reacción oficial y oficiosa cuando “Feliciano” publicó su “Megajuicio de Sendero”.
Mirko Lauer (“¿Es esa la cuestión?, La República de Lima, 17/09/2009, p. 6), evadiendo, él sí, el tema de fondo, dice lo siguiente al finalizar su columna:
“Harían bien nuestros polemistas, de ambos lados del tema (los que dicen que Sendero Luminoso es un peligro y los que dicen lo contrario, aclaración mía), en concentrarse en algunos aspectos más de fondo en el fenómeno estrategias SL/narcos frente a las elecciones del 2010 y del 2011. Las estrategias existen, y los tenemos perfectamente a la vista. No nos preguntemos si el alacrán pica o no pica, o cuánto pica. Con no acercarle el dedo basta.”
La política represiva por delante.
Así como uno va a la presentación de un libro de ensayos del neoconservador Mario Vargas Llosa, cuyo mensaje es la defensa cerrada del inhumano proyecto neoliberal y el bilioso ataque a todo lo que significa lo indígena y lo nacionalista, no hay ningún inconveniente en participar de la presentación de un libro como el que levanta las iras de los “defensores de la democracia”. Villanueva del Campo y Javier Valle Riestra así lo demostraron frente al modesto libro de Polay Campos.
Como el mote de “terrorista” está a la orden del día desde el gobierno y sus socios fujimoristas, opusdeístas, militaristas fascistoides y toda especie ultrarreaccionaria, para todo aquel que por lo menos se acerque un poquito a la izquierda, el recurrente libro de Abimael ha caído en el momento preciso para apuntalar esa política represiva.
Tal es el problema de fondo y no el de encontrar la picadura o la inocuidad del alacrán con vistas a las elecciones que se avecinan en el Perú, como lo plantea Mirko Lauer. Desde un punto de vista práctico, el poeta que hace de analista político puede tener razón, y hasta ayudar al gobierno, por quien sus simpatías no son ocultas, para que éste no se dedique a gastar municiones en hormigas políticas. Pero los apristas y quienes gobiernan con ellos tienen un plan de mayor alcance: golpear en la cabeza del senderismo para arrinconar a toda la izquierda, usando el sofisma de que todo socialista, todo comunista, es terrorista o aspira a serlo, incluso aquellos que despectivamente reciben el sambenito de “caviares”.
No se puede entender el obstinado movimiento judicial y político en torno a los “contenidos terroristas” del libro y su presentación desde una supuesta ignorancia del objetivo electoral de Sendero Luminoso, como si el objetivo central de esta organización fuese eso, como lo insinúa también Salomón Lerner (que sería inadmisible la conversión de SL en un partido político para las elecciones del 2011, La República de Lima, 15/09/2009, p. 3).
La cuestión de fondo es si el libro y su presentación, acaso su lectura también, constituyen un delito de terrorismo o apología de terrorismo. La condena a Abimael no abarca la expresión de sus ideas, aun cuando no compartamos sus planteamientos. Y puedo decir que, cuando era dirigente nacional de uno de los partidos de izquierda y del propio SUTEP, escribí numerosos documentos de combate ideológico contra el dogmatismo anarquista de SL, incluso me enfrenté directamente con ellos en distintas partes del Perú, a la vez que lidiaba también con la derecha que sigue gobernando el país.
Lo que están haciendo los gobernantes actuales es profundizar su política represiva, que ya es visible cuando persiguen a los dirigentes indígenas acusándoles de subversivos. Esta orientación es la que debemos combatir y no ocultarla con argumentos de la coyuntura electoral.
¿Miedo o mediocridad?.
Las dos cosas al mismo tiempo. No miedo a SL, que será, mientras existan sus remanentes, un pretexto para mantener la aplicación del neoliberalismo, seguir apañando la corrupción, no combatir a fondo el narcotráfico, para seguir aplastando cualquier movimiento popular, para apuntalar el militarismo que está en el mismo cogollo del poder ejecutivo y en la cabeza de parlamentarios que defienden el proyecto neoliberal. El miedo real es al pueblo y creen los miedosos que golpeando en la cabeza de SL destruirán el movimiento popular, cuando este movimiento no tiene nada que ver con los senderistas ni con su ideología fundamentalista.
Pero si los apristas pretenden hacer desaparecer el “mensaje” del librillo de Guzmán Reynoso, de nada les servirán todas las acusaciones y condenas judiciales, por más drásticas que ellas fueren. Al adversario para que ablande sus ideas, hay que combatirlo con ideas. No hacerlo así y apelar a la armas de la represión son los métodos que siempre han utilizado los gobiernos débiles y los dirigentes mediocres. Porque el libro de marras no lleva bombas ni cochebombas. Lleva ideas que se han esgrimido durante el juicio y que ya conocimos en la primera carta que Abimael escribió y difundió luego de ser encerrado entre rejas. Así como el criminal Fujimori no se retractó de sus atrocidades, el comportamiento de Abimael Guzmán es similar.
Lo que ocurre es que la “inteligencia” aprista carece de inteligencia, de capacidad polémica, como la que esgrimía, en su tiempo, el “Cachorro” Manuel Seoane. Con su total viraje hacia el neoliberalismo, a los apristas no les quedan ni los postulados de la socialdemocracia y todo es, para ellos, libre mercado, competencia capitalista, inversión transnacional, asistencialismo electorero y clientelismo político. Tanto hablan de tecnología de punta en su disco duro ya no hay ideas sino estrechos intereses burgueses.
Su mediocridad debe hacer reír a Abimael Guzmán, pues le convierten en el peligro más grave para la denominada “democracia” peruana.
Si hubiere estado en Lima y hubiese sido invitado a la presentación, no habría dudado un segundo para asistir y adquirir el libro, pues en estos momentos estaría escribiendo sobre su recurrente contenido. En cambio, si me invitarían a la presentación del libro de Magaly, por quien abogó el mismísimo Alan García, no hubiese asistido porque su contenido no sirve ni para refutarlo.
¡Ay, democracia, democracia, cuántos atropellos se comenten en tu nombre!.
Iquitos, setiembre 17 del 2009
Muchos comentaristas ya han señalado la incongruencia de los Torquemada del momento al no haber acusado por lo mismo a Víctor Polay Campos, a la presentación de cuyo libro (“En el banquillo, ¿terrorista o rebelde?”) estuvo presente el suscrito porque estaba en Lima y fue invitado; ni hubo tal reacción oficial y oficiosa cuando “Feliciano” publicó su “Megajuicio de Sendero”.
Mirko Lauer (“¿Es esa la cuestión?, La República de Lima, 17/09/2009, p. 6), evadiendo, él sí, el tema de fondo, dice lo siguiente al finalizar su columna:
“Harían bien nuestros polemistas, de ambos lados del tema (los que dicen que Sendero Luminoso es un peligro y los que dicen lo contrario, aclaración mía), en concentrarse en algunos aspectos más de fondo en el fenómeno estrategias SL/narcos frente a las elecciones del 2010 y del 2011. Las estrategias existen, y los tenemos perfectamente a la vista. No nos preguntemos si el alacrán pica o no pica, o cuánto pica. Con no acercarle el dedo basta.”
La política represiva por delante.
Así como uno va a la presentación de un libro de ensayos del neoconservador Mario Vargas Llosa, cuyo mensaje es la defensa cerrada del inhumano proyecto neoliberal y el bilioso ataque a todo lo que significa lo indígena y lo nacionalista, no hay ningún inconveniente en participar de la presentación de un libro como el que levanta las iras de los “defensores de la democracia”. Villanueva del Campo y Javier Valle Riestra así lo demostraron frente al modesto libro de Polay Campos.
Como el mote de “terrorista” está a la orden del día desde el gobierno y sus socios fujimoristas, opusdeístas, militaristas fascistoides y toda especie ultrarreaccionaria, para todo aquel que por lo menos se acerque un poquito a la izquierda, el recurrente libro de Abimael ha caído en el momento preciso para apuntalar esa política represiva.
Tal es el problema de fondo y no el de encontrar la picadura o la inocuidad del alacrán con vistas a las elecciones que se avecinan en el Perú, como lo plantea Mirko Lauer. Desde un punto de vista práctico, el poeta que hace de analista político puede tener razón, y hasta ayudar al gobierno, por quien sus simpatías no son ocultas, para que éste no se dedique a gastar municiones en hormigas políticas. Pero los apristas y quienes gobiernan con ellos tienen un plan de mayor alcance: golpear en la cabeza del senderismo para arrinconar a toda la izquierda, usando el sofisma de que todo socialista, todo comunista, es terrorista o aspira a serlo, incluso aquellos que despectivamente reciben el sambenito de “caviares”.
No se puede entender el obstinado movimiento judicial y político en torno a los “contenidos terroristas” del libro y su presentación desde una supuesta ignorancia del objetivo electoral de Sendero Luminoso, como si el objetivo central de esta organización fuese eso, como lo insinúa también Salomón Lerner (que sería inadmisible la conversión de SL en un partido político para las elecciones del 2011, La República de Lima, 15/09/2009, p. 3).
La cuestión de fondo es si el libro y su presentación, acaso su lectura también, constituyen un delito de terrorismo o apología de terrorismo. La condena a Abimael no abarca la expresión de sus ideas, aun cuando no compartamos sus planteamientos. Y puedo decir que, cuando era dirigente nacional de uno de los partidos de izquierda y del propio SUTEP, escribí numerosos documentos de combate ideológico contra el dogmatismo anarquista de SL, incluso me enfrenté directamente con ellos en distintas partes del Perú, a la vez que lidiaba también con la derecha que sigue gobernando el país.
Lo que están haciendo los gobernantes actuales es profundizar su política represiva, que ya es visible cuando persiguen a los dirigentes indígenas acusándoles de subversivos. Esta orientación es la que debemos combatir y no ocultarla con argumentos de la coyuntura electoral.
¿Miedo o mediocridad?.
Las dos cosas al mismo tiempo. No miedo a SL, que será, mientras existan sus remanentes, un pretexto para mantener la aplicación del neoliberalismo, seguir apañando la corrupción, no combatir a fondo el narcotráfico, para seguir aplastando cualquier movimiento popular, para apuntalar el militarismo que está en el mismo cogollo del poder ejecutivo y en la cabeza de parlamentarios que defienden el proyecto neoliberal. El miedo real es al pueblo y creen los miedosos que golpeando en la cabeza de SL destruirán el movimiento popular, cuando este movimiento no tiene nada que ver con los senderistas ni con su ideología fundamentalista.
Pero si los apristas pretenden hacer desaparecer el “mensaje” del librillo de Guzmán Reynoso, de nada les servirán todas las acusaciones y condenas judiciales, por más drásticas que ellas fueren. Al adversario para que ablande sus ideas, hay que combatirlo con ideas. No hacerlo así y apelar a la armas de la represión son los métodos que siempre han utilizado los gobiernos débiles y los dirigentes mediocres. Porque el libro de marras no lleva bombas ni cochebombas. Lleva ideas que se han esgrimido durante el juicio y que ya conocimos en la primera carta que Abimael escribió y difundió luego de ser encerrado entre rejas. Así como el criminal Fujimori no se retractó de sus atrocidades, el comportamiento de Abimael Guzmán es similar.
Lo que ocurre es que la “inteligencia” aprista carece de inteligencia, de capacidad polémica, como la que esgrimía, en su tiempo, el “Cachorro” Manuel Seoane. Con su total viraje hacia el neoliberalismo, a los apristas no les quedan ni los postulados de la socialdemocracia y todo es, para ellos, libre mercado, competencia capitalista, inversión transnacional, asistencialismo electorero y clientelismo político. Tanto hablan de tecnología de punta en su disco duro ya no hay ideas sino estrechos intereses burgueses.
Su mediocridad debe hacer reír a Abimael Guzmán, pues le convierten en el peligro más grave para la denominada “democracia” peruana.
Si hubiere estado en Lima y hubiese sido invitado a la presentación, no habría dudado un segundo para asistir y adquirir el libro, pues en estos momentos estaría escribiendo sobre su recurrente contenido. En cambio, si me invitarían a la presentación del libro de Magaly, por quien abogó el mismísimo Alan García, no hubiese asistido porque su contenido no sirve ni para refutarlo.
¡Ay, democracia, democracia, cuántos atropellos se comenten en tu nombre!.
Iquitos, setiembre 17 del 2009
jueves, 10 de septiembre de 2009
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