José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red Social para la
Escuela Pública en las Américas, ex Secretario General del SUTEP
El
nuevo gobierno peruano que se instalará a partir del 28 de julio del
año en curso, bajo la presidencia del Comandante (r) Ollanta Humala
Tasso, ha sido elegido como alternativa a 20 años de neoliberalismo en
el Perú, derrotando a todas las candidaturas de la derecha que
pretendía seguir manteniendo los privilegios que ha creado la economía
de libre mercado para una minoría de peruanos y unas cuantas empresas
transnacionales que saquean el país.
Uno
de los grandes problemas que debe enfrentar y, eventualmente resolver,
el nuevo gobierno, es el de la educación, histórico y estructural
problema inherente a la inexistencia de un real sistema educativo
democrático, nacional e integral, resultado consecuente de una historia
republicana trunca por el dominio de una clase incapaz de crear una
economía nacional, una sociedad democrática y una pedagogía y cultura
basadas en nuestra propia realidad y en las aspiraciones de progreso y
desarrollo de la mayoría de la población.
La herencia educativa neoliberal
Una
evaluación o diagnóstico de la educación peruana actual, luego de 20
años de aplicación del la reforma neoliberal, es no solamente
necesario, sino la condición sine qua non para tomar decisiones. Y no
por el prurito del análisis y la crítica, sino porque no se puede
trazar un programa de gobierno, en este caso, en el terreno educativo,
sin evaluar lo que nos deja el pasado convertido en presente.
El
presente, por cierto, no es nada halagüeño. A contracorriente de lo
que vienen afirmando los gobernantes apristas, la educación peruana al
2011 sigue arrojando el mismo déficit de la crisis que pretendió (¿?)
resolver el fujimontesinismo con su reforma neolberal, cuya continuidad
durante la primera década de este tercer milenio no ha hecho más que
consolidar esa reforma, legalizando las medidas privatizadoras de la
escuela pública, ampliando el mercado de la inversión privada en la
educación, socavando la profesión docente para convertirla en una
suerte de actividad competitiva y meritocrática, aplicando la pedagogía
pragmatista de la enseñanza por competencias, reduciendo el currículo a
un aprendizaje de ciertas áreas y podando el lado social de esa
enseñanza, descargando un mayor gasto en educación en los padres de
familia, elitizando más la educación a través de escuelas supuestamente
bien dotadas para un % ínfimo de la población escolar (Colegio Mayor y
Colegios Emblemáticos), el mantenimiento de una educación rural y
fronteriza abandonada en las peores condiciones, reduciendo más el
presupuesto para la educación pública, quitando al Ministerio de
Educación su papel fundamental y asignando sus tareas funcionales a
terceros privados, transfiriendo las responsabilidades presupuestales
del gobierno central a las municipalidades distritales, produciendo
funciones redundantes entre los gobiernos regionales y las
municipalidades, destruyendo los derechos de los maestros a través de
la coacción administrativa para que se integren a una supuesta carrera
pública que, en el mediano y largo plazo, convertirá en trabajo
profesional "independiente", de libre contratación y sin derechos
sociales, mucho menos pensionarios.
Si
quisiéramos resumir la situación actual de la educación peruana,
debemos calificarla de privatizada en casi el 50%, si tomamos en cuenta
el financiamiento de parte de los padres de familia; caótica en su
funcionamiento y su articulación, de tal manera que la preparación
preuniversitaria, que no existe en la ley, se ha extendido, incluso,
hasta las universidades públicas; la elitización de la educación se ha
profundizado, viejo carácter de la educación republicana que muchos
educadores han venido señalando desde el siglo XIX; el espíritu
individualista y pragmatista se ha acentuado en las nuevas generaciones,
en concordancia con la orientación irracional del libre mercado como
"motor del desarrollo" que los neoliberales pregonan por todos los
medios y que han introducido en la escuela con la enseñanza por
competencias y las evaluaciones estandarizadas y parciales de
habilidades y destrezas para el trabajo asalariado del "cholo barato";
el desorden y la corrupción generalizada en todas las instancias
administrativas de la educación, dando paso a incidencias lamentables y
enfrentamientos entre directores y padres de familia.
Para
comparar mejor la reforma educativa neoliberal en el Perú, no tenemos
más que ver lo que está ocurriendo en Chile, cuya reforma impuesta por
Pinochet está mereciendo hoy el rechazo multitudinario de estudiantes,
maestros y padres de familia; "modelo" de los neoliberales peruanos,
cuyos altos funcionarios, incluso, debieron de viajar a Santiago para
"aprender" de la "gran reforma chilena" que la Concertación no tocó y
que Piñera pretende profundizar más, incluyendo la privatización de las
escuelas situadas en las zonas arrasadas por el terremoto del 2010.
¿Cual es el programa educativo del nuevo gobierno?
No
es mucho lo que se conoce, salvo las generalidades de "revolución
educativa" y la educación infantil de "Cuna Mas" con estimulación
temprana, desayuno y almuerzo escolar. Estos planteamientos parciales,
siendo importantes, no podrían cambiar la situación de la educación
nacional en crisis. Para actuar con este programa no se necesita
mover ningún elemento de la reforma neoliberal. Es, a lo más, un
planteamiento que ayuda un poco a ciertos sectores pauperizados de la
sociedad, sin generar un cambio sustantivo en la orientación de nuestra
educación.
Y
es difícil que Gana Perú tenga, por hoy, un programa educativo
estructurado para superar la crisis actual. Durante su desempeño en
el Parlamento como PNP en el quinquenio que está feneciendo, sus
parlamentarios no tuvieron ninguna propuesta alternativa a los del
gobierno aprista, es decir, a los planteamientos neoliberales del señor
Alan García Pérez.
Correspondería
al nuevo gobierno, en lo que queda del 2011, elaborar una propuesta
educativa coherente, moderna, integral, democrática, patriótica
(nacional), acorde con un programa de desarrollo nacional, diferente al
programa neoliberal que nos agobia. De no hacerlo, simplemente
seguiría administrando la crisis educativa y planteando algunos parches
para dar la imagen de "revolución educativa", tal como lo hizo el
régimen de Perú Posible (2001-2006), que dejó al gobierno aprista un
escenario servido para que este profundice la privatización de la
educación.
Si
los principales altos funcionarios de educación que el Presidente
Humala seleccionará para conducir el Ministerio del ramo carecen de un
nuevo ideal educativo, que no sea el neoliberal o el de la vieja
escuela elitista y conservadora, estaríamos, otra vez, frente a un
nuevo fracaso. Los peruanos no hemos votado contra el
fujimontesinismo para eso.
Las líneas para una nueva educación en el Perú
Lo
primero es tener un proyecto educativo nacional ligado a un proyecto
de desarrollo económico y social, ambos diferentes al neoliberalismo.
Sin este proyecto, solo tendremos medidas parciales, espectaculares en
algunos casos (internet en la escuela, una laptop para cada niño,
textos escolares gratuitos, capacitación y evaluación de maestros,
entre otros). Cómo este proyecto integra el trabajo de los gobiernos
regionales de todo el país y no produce redundancias y contradicciones,
como es el caso de la introducción de la municipalización de la
educación que viene produciendo una mayor fragmentación de la educación
pública. Un nuevo proyecto supone una nueva Ley de Educación, los
fines y objetivos de la educación, la estructura del sistema escolar y
el papel central del Estado en la conducción de la educación, cerrando
el paso a la expansión de la educación privada. Supone la potenciación
de la educación pública en todos los sentidos.
Una
segunda cuestión es el nuevo currículo escolar para la educación
básica, de carácter integral y que no suponga la contradicción entre la
orientación científica y la humanista, como lo señala el educador y
filósofo español Fernando Savater (El valor de educar),
como viene ocurriendo con los mitos del "razonamiento verbal" y
"razonamiento matemático", como si el razonamiento humano no supondría
otro tipo de conocimientos, especialmente los culturales y sociales que
gravitan en la conducta humana.
En
tercer lugar, se requiere planificar la educación en términos de metas
cuantitativas y cualitativas: tipos de profesionales para el
desarrollo del país y cuántos hasta tal etapa; maestros requeridos para
cada nivel de la educación; infraestructura necesaria para regular la
carga docente; la asimilación de la niñez y juventud que se encuentra
fuera del sistema escolar; el desarrollo de la educación rural y
fronteriza ligada al trabajo y la proyección del desarrollo social de
esas zonas; el presupuesto necesario y no simplemente lo que la "caja
fiscal" nos permite desde el punto de vista de las regulaciones del
Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.
Otro
elemento de fundamental importancia es la unidad de la educación
formal y la educación no formal, estableciendo una política cultural de
apoyo a la educación y no de envilecimiento a través de los medios de
comunicación que hoy imperan en el país, siendo importante, en este
caso, la actuación adecuada del Ministerio de Cultura y del propio
Ministerio de Educación a través del canal del Estado y la edición de
libros con precios accesibles a nuestra educación, además del papel de
apoyo de las municipalidades y los gobiernos regionales en la
organización de bibliotecas públicas, parques ecológicos y de especies
naturales clasificadas.
Un
quinto elemento es la formación universitaria e integral de los nuevos
maestros, que debe estar a cargo de las universidades públicas por su
carácter gratuito y por su mejor desempeño en estas funciones de
formación profesional. Una formación integral, por ciento.
Consideramos
también que la nueva educación debe estar ligada al desarrollo de la
ciencia y la tecnología a cargo de las universidades públicas y de los
científicos peruanos que deben ser convocados para impulsar este
trabajo que nos permita convertirnos, en el largo plazo, en un país
productor de ciencia y tecnología para nuestro desarrollo.
Devolver
al Ministerio de Educación su función de conducción de la educación
nacional, desprivatizando funciones que han devenido en procesos de
corrupción y de falseamiento de resultados, como en el caso de la
alfabetización y de los concursos docentes, por ejemplo. Es
importante que los funcionarios de la educación nacional no estén
ligados al negocio de la educación privada.
Lo
que no puede esperar más: una política magisterial de resguardo de los
derechos docentes, hoy conculcados desde marzo de 1991 y con la
orientación evidente de convertirlos en trabajadores "independientes" y
contratados. Se hace necesaria una nueva Ley Magisterial.
Para
que todo pueda realizarse, el Estado debe asignar, en el plazo
inmediato, por lo menos un presupuesto equivalente al 6% del PBI con
proyección al 8%.
Para
que todo sea posible, el nuevo gobierno requiere evaluar los
resultados de ciertos procesos que se han venido difundiendo como
"exitosos": la alfabetización, la capacitación de maestros, los
concursos para nombramiento e integración a la llamada CPM, los
resultados de las evaluaciones a los estudiantes, la estructura
curricular vigente. Pero también el nuevo gobierno debe derogar todo
el armatoste legal que propicia la privatización de la educación y la
desregulación del trabajo docente.
Mi testimonio como es dirigente del SUTEP
Veo
que hoy, como no ocurrió en el pasado, cobra vigencia el proyecto
educativo del SUTEP que fuera elaborado en 1992 y presentado al CCD en
1993, por primera vez.
Los
neoliberales y ciertos "expertos" han venido diciendo que el sindicato
de los maestros no ha tenido ni tiene una propuesta de educación para
el país. Felizmente, en América Latina, el SUTEP y los sindicatos
magisteriales no solamente han venido luchando por las legítimas
reivindicaciones de los maestros, sino también por una nueva educación
para sus países, enfrentándose a la vieja escuela fracasada y a la
fracasada reforma educativa neoliberal en Chile, Brasil, Ecuador,
Honduras, México, Bolivia y todos los demás países, con excepción de
Cuba, cuya educación socialista es la única que ha logrado democratizar
la educación integral de sus habitantes.
Lima, junio 212 del 2011
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